Milady Gagá



Es una ventaja estar Gagá y poder cancelar desconciertos abrumada por la decepción. La cara de pocker grita al estilo Munch. Nadie dijo que fuera fácil convivir con el dolor crónico e intentar aniquilar los despojos de la autocompasión. Agota observar en otros los excesos de la lástima, tan hambrienta y ansiosa, incapaz de saciar su apetito con asuntos banales que oprimen el pecho desnudo y arruinan la percepción realista.

La insalubridad de leer el pensamiento ajeno se convierte en lectura de cabecera, más que un don es una putada. La falsedad es descubierta detrás de sonrisas complacientes y uno finge no percatarse del hecho, exhibiendo quijada y grácil compostura.

Te cuentas la historia, una y otra vez, como si le hubiera pasado a otra persona y no a ti. Piensas en los que fuiste perdiendo en el camino, todavía guardas afecto, pero nunca fuiste parte de ellos. No siempre es posible estar en el lugar que le corresponde a cada uno, a pesar de que hubieras dado cualquier cosa para que todo hubiese sido distinto. Siempre hay razones, buenas y malas, para quedarse o partir.




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